Somos
inestables, pero eso es lo que nos hace ser humanos, un grupo tan inmenso como
el mar pero que vive en soledad, hojas en esta tierra que cambian con la
profundidad del viento, un grano de arena a punto de caer al vacío en el reloj.
Somos inestimables números infinitos y dinámicos que van de acá para ya sin
parar a respirar. Dueños de todo y nada a la vez. Animales
inconformistas con ansias de cambio, poder y descubrimiento. Vamos con líquido en
las venas y peso en el pecho, tratando de encontrar un hogar destruyendo el
nuestro propio, formando normas para incumplirlas, procurando rellenar el
tiempo libre en lugar de valorarlo, intentando buscarle un sentido a la vida,
cuando simplemente deberíamos vivirla. Somos seres autodestruibles con afán de
reyes, creyendo erróneamente que somos los dueños de la tierra cuando solo
somos sus invitados.
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