miércoles, 13 de enero de 2016

Me fui



Sabes que nunca podré lograrte olvidar, porque nuestra historia nunca tuvo un final. Siempre he creído que las cosas pasan por algo y supongo que el destino, el karma, el tiempo, la vida, Dios; que se yo, han decidido que así sea. Me gustaría decir que es lo mejor, pero estaría mintiendo. Lo mejor sería que dos personas que se entienden, se respetan y se quieren; puedan estar juntas. Pero esta, no es nuestra historia.

Nuestra historia cuenta con más de una desdicha y un millón de alegrías. Es ese tipo de historias que enganchan, de las que te quitan el sueño, de esas que hacen que te muerdas la uñas o ese tira y afloja que te pone tenso y te encanta. Porque somos veneno y antídoto al mismo tiempo, sin embargo nuestra peor muerte sería dejar de buscarnos. Nuestra historia es de esas que cualquier final te deja con mal sabor de boca. La verdad, es que siempre me ha gustado escribir sobre nuestra historia.

Supongo que si no hubiera sido la distancia; habría sido la edad, los celos, el tiempo, la capacidad o cualquier otro impedimento para que no pudiéramos estar cerca. O puede que no. Puede que fueras esa estrella fugaz que te pierdes buscando la ola más grande que rompe en la orilla. Puede que sea mejor así. Puede que estemos destinados a separarnos, encontrarnos, querernos y odiarnos por amarnos. Por más despedidas que tuviéramos, por más bruscas que fueran y por más que pasara el tiempo, siempre te seguí queriendo. Sin embargo, puede que esta sea la última vez que te escriba. Aunque esto, ya lo dije previamente en otras cartas. Es imposible saber cuando volverás a aparecer en uno de mis versos, porque aun te llevo conmigo en mis huesos.

Lo triste es; que de despedida en despedida, te busco en otros abrazos, en otros besos, en otros atardeceres y en otros baños de verano. Pero cuando me doy la vuelta, sigues sin ser tú. Que siempre creo haberlo superado y luego vuelves a aparecer. Tras esta partida, yo tengo que seguir con mi vida.  Desde aquel 22 de agosto mi corazón fue creciendo a medida que se fue rompiendo. Entre tanta angustia, tanta distancia, tantas cartas por leer, tanto desamor, tantos sueños, tantos besos y tantos “te echo de menos;” que cada vez tengo más trozos que recoger mientras te marchas. Al final todo me lleva a preguntarme ¿Cómo debo entregar a alguien algo tan preciado pero que lo conservo hecho añicos?

Es verdad que hace falta oscuridad para que brille la luna, pero también creo que esta luna encontró su manera de brillar por sí sola. Puede que tenga que presenciar esos atardeceres que tanto nos gustaban sin ti, pero al menos no viviré afianzada de una promesa de “volveré.” Porque con el mayor dolor de mi corazón; por más que vuelvas, yo ya me he ido.  

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