Hoy
en día consideramos belleza a aquella que es robotizada y mecánica. Aspiramos a
algo inalcanzable ya que es inexistente. Piernas largas y delgadas, pómulos
marcados y pechos gigantes, piel estirada y bronceada. Sin embargo, lo largo es
la intensidad de nuestra ceguera. Delgada es la línea entre la felicidad y la
tristeza, la cual depende de un número en un peso. Marcadas se quedan nuestras
vidas con complejos que llevamos a cuestas como cada persona lleva sus lunares.
Gigante es la cantidad de niñas que tienen que morir para que nuestra
superficialidad deje de condicionarnos. Estirada permaneció la definición de
belleza dado que ha ido cambiando, modificando y mutando a lo largo de estos
últimos años. Y por último, bronceado, por no decir carbonizado, quedo nuestro
propio autoestima.
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