jueves, 24 de septiembre de 2015

Bésame lento



Quiéreme despacio, tú pon la paciencia y yo la buena letra. No intentes comprender porque pierdo el tiempo buscando la luna en la noche, simplemente aprecia el reflejo de la luz decreciente que se posa sobre mis ojos mientras la admiro. Me erizas la piel descontrolada y se me agrietan los labios cuando me faltas.

Quédate mirándome mientras duermo de lado, bésame lento y sedúceme rápido. Siento unas ganas irrefutables de estallar, por el incontrolable latido que hace eco en mi pecho y la rareza de que no haya palabras que puedan expresarlo. No puedo dormir y te escribo cuando te echo de menos en mi lecho.

Tú acostumbrado a conseguir que abrieran sus piernas ante ti, te sorprendiste cuando conseguí que te abrieras a mí. Impacta mucho más llegar hasta la mente, que ser solo un recuerdo caliente. Una vez más, esos ojos claramente oscuros se paralizan en mi recuerdo.

Que más darán las palabras, si lo que más dicen son los hechos. Cuando dicen te odio y demuestran quererle o decir te quiero y apenas importarle o decir vete y necesitarle. Hay que saber apostar y hay que saber ganar.

El era escombros y yo ceniza. Porque yo era un volcán apunto de erupción sin él y con él era el caos después del huracán. Más tarde la tímida luz oscura acompaña a que mi cabello caiga sobre mi hombro desnudo y sus labios, ah, qué decir de sus labios que no haya dicho ya en estos versos. El calor de sus manos se infunden en la piel de mi espalda y mis labios se graban en su cuello.

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